sábado, 11 de enero de 2014

Raquel

        Hubo una vez un tiempo en mi vida en el que me tocó convivir con una ángel. Se llamaba Raquel y llegó justo cuando lo necesitaba: apareció para introducirme en el "Viaje Medieval" y conducirnos a través del Romancero carolingio a Belgrado y a Zagred para inaugurar las sedes del Instituto Cervantes en el año 2002.

         Conviví con ella un par de años pues después montamos junto con Eugenio y Luis Felipe, unas navidades en un local a 0ºC el Entremés de las Fuentes con el que anduvimos otro año por esas tierras.
No he conocido persona más alegre y eficiente, no se le ponía nada por delante y nunca se contrariaba por las adversidades de la vida, para ella no existían: eran pasos, procesos, cambios.

         Cuando se fue tan súbitamente, sin darnos tiempo a reaccionar, comprendí que ella sabía de la fugacidad de la vida, sabía que le había tocado vivir poco tiempo y tuvo la sabiduría de dejarnos a su hijo Mircha que sin duda ha heredado su lucidez y su alegría.
          Ya me dirás si te gusta el blog, seguro que me lo harás saber.




No hay comentarios:

Publicar un comentario