Biblioteca de Sarajevo. Foto Gervasio Sánchez. |
Me quede sin palabras. ¿Cómo se puede soportar tanto horror?. Me vinieron a la cabeza los versos de Quevedo:
Pues amarga la verdad,
quiero echarla de la boca;
y si al alma su hiel toca,
esconderla es necedad.
Nunca he vivido una guerra. Mi madre me hablaba de la que a ella le tocó vivir, la guerra civil española de 1936 y aunque nunca detalló los horrores, me caló la idea de que es lo peor que te puede pasar en esta vida.
Belchite (Zaragoza) |
En una ocasión participé en la grabación de la película El barón de Munchausen en Belchite (Zaragoza) y ayer recordé ese pueblo destrozado por los bombardeos de la guerra, símbolo de la barbarie.
Y sin embargo seguimos fabricando y vendiendo armas cada vez más mortíferas, cada vez más costosas, cada vez más dañinas.
Quedan los versos de César Vallejo:
Al fin de la batalla
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: "No mueras, ¡te amo tanto!".
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando: "Tanto amor y no poder hacer nada contra la muerte".
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Le rodearon millones de individuos
con un ruego común: "¡Quédate hermano!".
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Entonces, todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporose lentamente,
abrazó al primer hombre, echose a andar.
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