 |
El silbo vulnerado y La quimera de plástico. |
|
Una joya de nuestra literatura que, musicada por Gregorio Maestro y con los
títeres y la dirección de Héctor Grillo, interpretábamos en ese espectáculo.
ROMANCE
DE LA PÉRDIDA DE ALHAMA
Paseábase
el rey moro
por
la ciudad de Granada
desde la puerta de Elvira
hasta
la de Vivarrambla.
—¡Ay de mi Alhama!—
Cartas
le fueron venidas
de
que Alhama era ganada.
Las cartas echó en el fuego
y
al mensajero matara,
—¡Ay
de mi Alhama!—
Descabalga
de una mula,
y
en un caballo cabalga;
por el Zacatín arriba
subido
se había al Alhambra.
—¡Ay de mi Alhama!—
Como
en el Alhambra estuvo,
al
mismo punto mandaba
que se toquen sus trompetas,
sus
añafiles de plata.
—¡Ay
de mi Alhama!—
Y
que las cajas de guerra
apriesa
toquen el arma,
porque lo oigan sus moros,
los
de la vega y Granada.
—¡Ay
de mi Alhama!—
Los
moros que el son oyeron
que
al sangriento Marte llama,
uno a uno y dos a dos
juntado
se ha gran batalla.
—¡Ay de mi Alhama!—
Allí
fabló un moro viejo,
de
esta manera fablara:
—¿Para qué nos llamas, rey,
para
qué es esta llamada?
—¡Ay de mi Alhama!—
—Habéis
de saber, amigos,
una
nueva desdichada:
que cristianos de braveza
ya
nos han ganado Alhama.
—¡Ay de mi Alhama!—
Allí
fabló un alfaquí
de
barba crecida y cana:
—Bien se te emplea, buen rey,
buen
rey, bien se te empleara.
—¡Ay de mi Alhama!—
Mataste
los Bencerrajes,
que
eran la flor de Granada,
cogiste los tornadizos
de
Córdoba la nombrada.
—¡Ay de mi Alhama!—
Por
eso mereces, rey,
una
pena muy doblada:
que te pierdas tú y el reino,
y
aquí se pierda Granada.
—¡Ay de mi Alhama!—