jueves, 16 de agosto de 2012

Angel Carril

Ángel Carril con Joaquín Díaz


Lo primero fue escucharlo:

Para empezar a cantar
señores pido licencia,
no quiero que luego digan
atrevido y sinvergüenza.

Yo vivo de lo que como
y masco lo que me dan;
pero masco algunas cosas
que no las puedo tragar.

¡Cuántas veces he recordado esas coplas tan redondas y acertadas!.

Por conocerlo fui a Salamanca unas navidades. Me fascinó: esa Plaza Mayor entre nieblas, esas calles por donde paseaba Fray Luis de Leon; esa aula chiquitita, acogedora, "decíamos ayer...". Salí muy contenta de su despacho y de allí fui a Zamora a escuchar a Esperanza Abad que daba un concierto en una ermita: precioso el recital y deslumbrante Zamora, que no conocía. Sí su música a través de aquel disco fantástico que realizó Alberto Jambrina. Las pandereteras, sarteneras, el pandero cuadrado, todavía resuenan dentro de mi al escribir estas líneas. Y esas voces, esa forma de cantar que tantos puntos en común tiene con el Canto Cósmico que decía Leda Valladares, el grito del ser humano que intenta conectar con la humanidad o simplemente olvidarse de su hambre, de su pena, de sus males,...

Un día de sopetón me enteré de tu ausencia eterna cuando estaba esperando que me llamaras desde cualquier ciudad extremeña en la que actuaras. Así es la vida, y la muerte solo que no nos damos cuenta hasta que de pronto nos arrolla, se presenta tal cual es.
A mí me vacunaron siendo pequeña con el romance El Enamorado y la Muerte y soporto esas cosas cabalmente, pero añoro a personas que para mi fueron buenas, me ayudaron y me iluminaron con sus trabajos y acciones. Ojalá cantemos juntos alguna vez  unas coplas, vidalas, jotas o romances.

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