domingo, 22 de septiembre de 2013

Recita a ciegas

Carmen Orte en Cáceres con la zanfona.


          El próximo fin de semana se celebra en Salamanca Recita a ciegas.
Los días 28 y 29 de septiembre estaremos allí cantando El Romance de la loba parda y el Romance del prisionero.
          Todavía desconozco el lugar pero estoy segura de que me oireis de lejos pues voy con la zanfona.
          Estoy deseando que llegue y muy contenta de participar en esta actividad.
          Os dejo los textos de los romances para que la boca se os vaya haciendo agua, jejeje...

ROMANCE DE LA LOBA PARDA
Estando yo en la mi choza
pintando la mi cayada,
las estrellas altas iban
y la luna rebajada:
mal barruntan las ovejas,
no paran en la majada.
Vide venir siete lobos  
por una oscura cañada.
Venían echando suertes
a ver a quién le tocaba;
le tocó a una loba vieja,  
patituerta, cana y parda,
que tenía los colmillos  
como puntas de navaja.
- ¿Dónde vas, loba maldita,
a dónde vas, loba malvada?
- Voy por la mejor borrega
que tengas en la majada.
Dio tres vueltas al redil  
y no pudo sacar nada;
a la otra  vuelta que dio,  
sacó la cordera blanca,
prima de la oveja churra,  
nieta de la cariblanca,
la que tenían los pastores
para celebrar la Pascua.
—¡Aquí, mis siete cachorros,  
aquí, mi perra guardiana,
que si me matáis la loba,
la cena tenéis doblada
y si no me la matáis,  
cenaréis de mi cayada.
Los perros tras de la loba  
las uñas se esmigajaban;
siete leguas la corrieron 
por vegas y por montañas.
Al saltar un arroyuelo
la loba ya va cansada:
—Tomad, perros, la borrega,  
sana y salva como estaba.
—No queremos la borrega,  
de tu boca alobadada,
que queremos tu pelleja  
pa' el pastor pa una zamarra;
de tu cabeza un zurrón, 
para guardar las cucharas;
de tus orejas pendientes
y de tus patas polainas;
las tripas para vihuelas  
para que bailen las damas.


ROMANCE DEL PRISIONERO

Que por mayo era, por mayo,
cuando hace la calor,
cuando los trigos se encañan
y están los campos en flor,
cuando canta la calandria
y responde el ruiseñor,
cuando los enamorados
van a servir al amor;
sino yo, triste, cuitado,
que vivo en esta prisión;
que ni sé cuándo es de día
ni cuándo las noches son,
sino por una avecilla
que me cantaba el albor.
Matómela un ballestero;
déle Dios mal galardón.

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