Zanfona en Cáceres. Foto Rafael Barrios |
Es cierto que el sufrimiento ilumina: nos abre los ojos de la cara y también los del alma.
No hablo de flagelarse en el sentido en el que lo hacían los místicos (ahora lo hacemos en otro sentido: dándole vueltas siempre a lo mismo, o con miedos y ansiedades que no nos corresponden, que son heredadas y ahora no nos sirven). esos sufrimientos no nos abren a la vida sino al contrario, nos atontan, nos adormecen.
Hablo de los golpes que nos da la vida, del cambio de visión que implica vivir e ir encajando adversidades, imprevistos, deterioros, ya en nosotros, ya en nuestros seres queridos o allegados.
Y de vislumbrar esa paz a la que nos encaminamos; asumir sosegadamente esa evidencia: polvo eres y en polvo te convertirás.
Buena y sabia reflexión...
ResponderEliminarConforta saber que hay personas que comparten tus intuiciones. Muchas gracias por tu comentario.
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