Carmen Orte y Luis Felipe Alegre en Quevedo |
Me encantan los melones en
verano. Soy capaz de comerme uno de una sentada y aunque diga
la voz popular: "el melón, por la mañana oro,
al mediodía plata, y por la noche, mata"; ¡ a mí qué se me da!,
puedo comerlo a cualquier hora del día.
Quevedo
me desveló hace tiempo lo que pensaba del melón, Francisco
Gil lo aderezó para ser un fandanguillo y yo lo cantaba a voz en
grito en Cetina,
villa en la que se casó el poeta:
«¡Qué
hinchado y qué fanfarrón
entre
las ramas habita!
Pues
sepan que fue pepita,
aunque
ya lo ven melón».
Durante toda mi infancia Las hermanas Benítez , y la mía, a coro, me cantaban: corazón de melón, de melón, melón, melón, melón, melón, melón, corazón; así que, aunque me insultarán llamándome "melón", que no "melona", a mí me sonaba muy dulce, muy afectuoso y sonreía.
Me gustan sobre todo los
de piel de sapo. Recuerdo en verano, desde
muy pequeña, ver montañas de melones en las plazas del pueblo y a
un hombre con una romana
o una desvencijada báscula de platillos, pesándolos y tirándoselos a otro como si fueran naranjas pero nunca se
caían al suelo y estallaban, que era lo que yo anhelaba. A veces estaban en un
remolque o camión y desde allí una voz los pregonaba: "al
rico melón....".
Los mejores eran los de Villaconejos; mi padre presumía de que sabía cuándo estaban en sazón sin necesidad de meterles el dedo por un extremo, como hacía la mayoría de la gente, y cuando por casualidad se equivocaba, argüía: "éste ha salido pepino" y se lo comía aderezado con sal. Mucho tiempo después saboreé el melón con jamón, plato exquisito donde los haya, y me acordé de aquello.
Los mejores eran los de Villaconejos; mi padre presumía de que sabía cuándo estaban en sazón sin necesidad de meterles el dedo por un extremo, como hacía la mayoría de la gente, y cuando por casualidad se equivocaba, argüía: "éste ha salido pepino" y se lo comía aderezado con sal. Mucho tiempo después saboreé el melón con jamón, plato exquisito donde los haya, y me acordé de aquello.
Por navidades un amigo me regaló unos melones que había recogido en
verano y los había conservados colgados del techo: exquisitos,
dulces como la miel. Melones, calabazas, espárragos,... estoy por asegurar que le encantarían a Juan del Enzina.
Hoy comamos y bevamos,
y cantemos y holguemos,
que mañana ayunaremos.
Por honra de San Antruejo
parémonos hoy bien anchos.
Embutamos estos panchos,
recalquemos el pellejo:
que costumbre es de concejo
que todos hoy nos hartemos,
que mañana ayunaremos.
Honremos a tan buen santo
porque en hambre nos acorra;
comamos a calca porra,
que mañana hay gran quebranto,
Comamos, bevamos tanto
hasta que nos reventemos,
que mañana ayunaremos.
Tomemos hoy gasajado,
que mañana vien la muerte;
bevamos, comamos, huerte,
vámonos carra el ganado.
No perderemos bocado,
que comiendo nos iremos,
y mañana ayunaremos.
Hoy comamos y bevamos,
y cantemos y holguemos,
que mañana ayunaremos.
Por honra de San Antruejo
parémonos hoy bien anchos.
Embutamos estos panchos,
recalquemos el pellejo:
que costumbre es de concejo
que todos hoy nos hartemos,
que mañana ayunaremos.
Honremos a tan buen santo
porque en hambre nos acorra;
comamos a calca porra,
que mañana hay gran quebranto,
Comamos, bevamos tanto
hasta que nos reventemos,
que mañana ayunaremos.
Tomemos hoy gasajado,
que mañana vien la muerte;
bevamos, comamos, huerte,
vámonos carra el ganado.
No perderemos bocado,
que comiendo nos iremos,
y mañana ayunaremos.
me gustó mucho tu blog y tu escrito sobre melones. Un ABRAZO OCEÁNICO.
ResponderEliminarMiguel, el cubano
Me alegro mucho; muchas gracias por compartirlo. Un beso.
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