martes, 17 de febrero de 2015

¡Qué hinchado y qué fanfarrón!

Carmen Orte y Luis Felipe Alegre en Quevedo


          Me encantan los melones en verano. Soy capaz de comerme uno de una sentada y aunque diga la voz popular:  "el melón, por la mañana oro, al mediodía plata, y por la noche, mata"; ¡ a mí qué se me da!, puedo comerlo a cualquier hora del día.
         Quevedo me desveló hace tiempo lo que pensaba del melón, Francisco Gil lo aderezó para ser un fandanguillo y yo lo cantaba a voz en grito en Cetina, villa en la que se casó el poeta:

«¡Qué hinchado y qué fanfarrón
entre las ramas habita!
Pues sepan que fue pepita,
aunque ya lo ven melón». 

          
          Durante toda mi infancia  Las hermanas Benítez , y la mía, a coro, me cantaban: corazón de melón, de melón, melón, melón, melón, melón, melón, corazón; así que, aunque me insultarán llamándome "melón", que no "melona", a mí me sonaba muy dulce, muy afectuoso y sonreía.
          Me gustan sobre todo los de piel de sapo. Recuerdo en verano, desde muy pequeña, ver montañas de melones en las plazas del pueblo y a un hombre con una romana o una desvencijada báscula de platillos, pesándolos y tirándoselos a otro como si fueran naranjas pero nunca se caían al suelo y estallaban, que era lo que yo anhelaba. A veces estaban en un remolque o camión y desde allí una voz los pregonaba:  "al rico melón....". 
          Los mejores eran los de  Villaconejos; mi padre presumía de que sabía cuándo estaban en sazón sin necesidad de meterles el dedo por un extremo, como hacía la mayoría de la gente, y cuando por casualidad se equivocaba, argüía: "éste ha salido pepino" y se lo comía aderezado con sal. Mucho tiempo después saboreé el melón con jamón, plato exquisito donde los haya, y me acordé de aquello.
          Por navidades un amigo me regaló unos melones que había recogido en verano y los había conservados colgados del techo: exquisitos, dulces como la miel. Melones, calabazas, espárragos,... estoy por asegurar que le encantarían a Juan del Enzina


         Hoy comamos y bevamos,
         y cantemos y holguemos,
         que mañana ayunaremos.

         Por honra de San Antruejo
         parémonos hoy bien anchos.
         Embutamos estos panchos,
         recalquemos el pellejo:
         que costumbre es de concejo
         que todos hoy nos hartemos,
         que mañana ayunaremos.

         Honremos a tan buen santo
         porque en hambre nos acorra;
         comamos a calca porra,
         que mañana hay gran quebranto,
         Comamos, bevamos tanto
         hasta que nos reventemos,
         que mañana ayunaremos.

         Tomemos hoy gasajado,
         que mañana vien la muerte;
         bevamos, comamos, huerte,
         vámonos carra el ganado.
         No perderemos bocado,
         que comiendo nos iremos,
         y mañana ayunaremos.
 

2 comentarios:

  1. me gustó mucho tu blog y tu escrito sobre melones. Un ABRAZO OCEÁNICO.
    Miguel, el cubano

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    1. Me alegro mucho; muchas gracias por compartirlo. Un beso.

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