lunes, 10 de octubre de 2011

Ausencia

Cuando de nuevo llega la muerte de sopetón, siempre resuenan en mí los ecos de Jorge Manrique:

Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando;
.....
Este mundo es el camino
para el otro, que es morada
sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
Partimos cuando nascemos,
andamos mientras vivimos
y llegamos
al tiempo que fenescemos;
así que cuando morimos,
descansamos.

A mis oídos llegaron cuando tendría diez u once años y nunca he encontrado mejor manera de expresar esos sentimientos.
También acuden a mí los sonidos de El enamorado y la muerte:

¡Ay, muerte tan rigurosa!
¡Déjame vivir un día!.
Un día no puedo darte,
una hora tienes de vida.

Y me asombra que nuestra sociedad no reaccione ante la evidencia y ....
y entonces me viene a la cabeza Juan del Enzina:

Hoy comamos, y bebamos,
y cantemos y holguemos,
que mañana ayunaremos.

Acude en mi auxilio Miguel Hernández:

Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma tan temprano.

Cantarina llega la voz de Agustín García Calvo:

Nadie la llama y viene como el viento,
saberla nadie la sabe porque no tiene,
no tiene nombre....

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