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Foto: Juan Carlos Vidarte |
No soy una experta en dioses, no sabría decir apenas sobre mitología, pero te aseguro que la rueda de la Fortuna me lleva zarandeando toda mi vida. Me propongo algo y llega ella y me cambia el rumbo. No puedo ni protestar porque el nuevo cariz que toman las cosas me apasiona.
Llegan otros tiempos e intento retomar el sentido práctico, el académico, el habitual, y cuando parece que lo estoy consiguiendo de nuevo gira y me lo desbarata. Adivina mis deseos más ocultos, esos que ni yo quiero reconocerme a mi misma.
Por eso ya no la tomo muy en serio, sé que me quiere y me trata bien y me esfuerzo por estar a su altura. Me pregunto a veces: ¿qué querrá?, volverme loca no, en absoluto, es muy seria, es una fuerza que mueve el mundo. Así que la dejo hacer y me instalo en su rueda, me acuerdo de la canción "... si naciste pa martillo del cielo te caen los clavos..." y me intento relajar aunque a veces la posición sea incómoda. Recuerdo a esas personas que he visto alguna vez en la televisión que se pegan horas, días, sobre una cama de clavos, respiro con la barrigota, como le digo a mi niña, y ...consigo relajarme. Al fin y al cabo sigo el hilo, me mantengo a flote, para mí, para otros estaría... ¿loca?, ¿en la luna?, ¿sería una pobrecita?...
Llegan otros tiempos e intento retomar el sentido práctico, el académico, el habitual, y cuando parece que lo estoy consiguiendo de nuevo gira y me lo desbarata. Adivina mis deseos más ocultos, esos que ni yo quiero reconocerme a mi misma.
Por eso ya no la tomo muy en serio, sé que me quiere y me trata bien y me esfuerzo por estar a su altura. Me pregunto a veces: ¿qué querrá?, volverme loca no, en absoluto, es muy seria, es una fuerza que mueve el mundo. Así que la dejo hacer y me instalo en su rueda, me acuerdo de la canción "... si naciste pa martillo del cielo te caen los clavos..." y me intento relajar aunque a veces la posición sea incómoda. Recuerdo a esas personas que he visto alguna vez en la televisión que se pegan horas, días, sobre una cama de clavos, respiro con la barrigota, como le digo a mi niña, y ...consigo relajarme. Al fin y al cabo sigo el hilo, me mantengo a flote, para mí, para otros estaría... ¿loca?, ¿en la luna?, ¿sería una pobrecita?...
En mi ayuda llega siempre Leon Felipe diciendo:
Bacía, yelmo, halo,
este es el orden, Sancho.
Y me relajo, esas palabras sosiegan mi corazón como un bálsamo. Aunque el sentido ¿común? diga una cosa, yo sé que la razón está conmigo y puedo disfrutar y ser feliz.
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